Dos canas
Sobre la lozanía de la madurez y la conveniencia de despedirnos de la fantasía de haber tenido un pasado mejor.
En un paseo matutino por mis stories hay una mujer de avanzada edad con un hermoso cabello plateado. Acompaño a mi hija a la escuela y me cruzo con otra madre que está en ese momento idílico donde la mitad de su melena está hecha de canas naturales y la otra es testigo de los tintes con los que se quisieron ocultar aquellos primeros cabellos grises.
Lo entiendo perfectamente.
Faltaban dos días para mi cumpleaños, estaba frente al tocador y las vi. Dos canas. Ya había ido avistando algunas en mi frondosa cabellera desde hace un par de años pero estas eran diferentes. Estas dos briznas blancas estaban creciendo allí donde acaba mi frente y comienza el cabello. Frontales, protagonistas vigorosas, descaradas, sin escondite posible.
Vas a cumplir 45, me dije.
45.
En la incubación que precede a cualquier cumpleaños los sentía como un ecuador.
Para acompañar esta carta…
Lo cierto es que cada vez que me veo en el espejo las veo y no me son indiferentes. Sin embargo, por ahora,