Emails que recibo antes de que acabe el año
Lo que este 2023 ha transformado en mí y el secreto para no traicionar tus deseos en el 2024
Casi todas las personas que conozco tienen la mirada puesta en la víspera de Año Nuevo. Hay supersticiones de todo tipo, si la Nochevieja es espantosa, así será el próximo año. Si no quemas aquellas notas escritas con lo que deseas dejar atrás, te perseguirán fielmente en el tiempo que se estrena. Parece que es una víspera en la necesitamos estar en compañía de personas que amamos, o al menos que nos caigan bien, o de extraños que podrían convertirse en amigos conectados por la magia de la última noche del año.
*la música que me acompaña
He tenido Nocheviejas muy divertidas pero he de confesar que la que mejor recuerdo fue el fin de año que, tras cenar con mis padres a las ocho de la tarde, me retiré a mi casa y la celebré en mi propia compañía. Acababa de regresar de un tratamiento de Ayurveda en Coimbatore (India), mis ritmos circadianos bailaban a ritmo solar y despertarme a las 5am para mi sadhana era mi mejor medicina.
También es cierto que el momento de las uvas nunca me ha entusiasmado; cuando era pequeña, recuerdo una excitación incómoda, una mezcla de nerviosismo y vértigo. Esa sensación me ha seguido acompañando, así que no soy una devota de la medianoche del 31, lo que más me interesa a estas alturas es si la Marta del 2023 ha evolucionado en algo.
¿Qué ha transformado este año en mí?
Creo que me amo mejor, he acrisolado la relación con mis mareas internas como una exploradora que no juzga, una amazonas que mira a los ojos del dolor, una directora de cine que escoge mentiras menos dramáticas para sus personajes y una madre que acuna el llanto de su hijo con un amor suficiente.
Ayer pensaba en esto mientras abría un email, se titulaba: escribiendo.
El remitente era V, un escritor y dueño de una editorial que acudió a terapia hace ya unos años. Felizmente no ha vuelto pero mantenemos el contacto a través de estas Cartas.
Cuando comencé la novela que debería haber acabado este otoño llegué a un punto en el que me pregunté ¿a alguien le importarán las vivencias cotidianas de una mujer? ¿estará bien escrito? ¿puede algo así ser literatura?
No quería escribir un libro de autoayuda para mujeres. Y era la primera vez que me embarcaba en la creación de una novela. Encontrar tu propia voz a través de la escritura y poner en palabras esa historia que busca ser narrada es increíblemente liberador, pero también tedioso e incluso doloroso. Te confronta con esquinas que viven ocultas dentro de ti.
Así que decidí escribir a V y mandarle el incipiente manuscrito.
Como novelista primeriza estaba encandilada con mi manuscrito y entonces leí su respuesta:
Se notan maneras, ideas, hay un intento lícito de creatividad literaria, de escapar de la redacción, pero tendrás que esforzarte un poco más para que la escritura no acabe siendo pobre o incluso ingenua; alerta con el pretender escribir una historia trascendente, porque puede conllevar acabar resultando pedante. Te animo a seguir escribiendo y a repasar lo que vayas escribiendo. En general, los textos que voy leyendo que mandas están mejor, no sé si porque te gusta más ese formato o porque te los trabajas más. Es inevitable mejorar conforme escribes, para ello hay que escribir y escribir. El talento se tiene, pero también surge, y solo sucede cuando se forja y trabaja.
Así que tenía que reescribir mi manuscrito…
Mi exigencia habitual y la idea de rehacerlo -inevitable y enriquecedora para cualquier proyecto literario- unidas a mi gusto por avanzar y no retroceder frenó mi intento de autobiografía viviente. Esa interrupción, que podría haber sido temporal, se unió a la compra de la casa y al iniciarse la reforma… ciao, libro.
Hoy, después de seis meses, llegó de nuevo un email de V:
Hola, Marta
Te escribía para preguntarte si habías seguido con tu aventura narrativa y avanzado en este mundo de las letras aventureras. Donde sí veo que sigues es con el tema de las cartas cartográficas, donde cada vez te veo más suelta; me encanta tu estilo y lo que transmites, en ese aspecto sí que has encontrado tu voz. Puedes estar satisfecha y orgullosa porque no es algo al alcance de todo el mundo.
Gracias V.
Su email me recordó que lo que más deseo este año que comienza es ser fiel a mi vocación de escribir. Cuando abandonamos nuestra vocación o la traicionamos por miedo a florecer o por la pereza del esfuerzo puede que nos agarremos a nuestros hijos, a la pareja o a un vicio como el náufrago a un trozo de madera. Acabamos demandándoles lo que solo puede darnos aquello que estamos invitados a crear. Aunque vivir comprometida con mi vocación despierte malestares en quien le hace recordar la infidelidad hacia su propia vocación, este 2024 voy a dejar germinar mi deseo.
El secreto
Quizás te habrás dado cuenta de como el descuido de tu vocación viene acompañado de la frustración, el mal humor y el resentimiento típico de quien colecciona días que dan la espalda a la construcción de sus deseos.