¿Intimidad o extimidad?
Sobre el lujo del misterio, la charla de ayer y el juego de beso, verdad y atrevimiento
Si algún día conoces a alguien, un nuevo vecino, un amante o una posible amiga, te diría que no inaugures vuestra relación preguntándole por el origen de su acento o su comida favorita. Mejor que tus cuestiones le inviten a hablar sobre su relación con la intimidad, con su casa, sus amigos de la infancia o con su corazón en una noche solitaria.
No es que vayas a tomar a pies juntillas sus respuestas porque somos expertos grandilocuentes en nuestras primeras citas. La respuesta la vamos a ver en cómo se relaciona con la intimidad. Y eso dice mucho de cómo nos acabará tratando.
Ayer estuve en una charla que llevaba por nombre Cuerpo, tecnología y espiritualidad, la daba Hernán Melana, un maestro waldorf llegado de Argentina que pronunció un concepto que me encantó: extimidad. El uso de la tecnología y las redes sociales han relegado al pasado la intimidad, ahora los adentros están expuestos, mostrados y evaluados con la métrica de los likes y los shares.
Vivimos en la era de la extimidad.