La última vez que bajé al trastero de la casa familiar encontré un mantel que quise quedarme cuando vaciamos la casa de mis abuelos maternos. Me alegré de volver a verlo, tanto, que decidí traerlo a Mallorca.
Es un mantel rectangular de un azul lago intercalado con crochet blanco. Bueno, no imagines un blanco inmaculado. Parece bañado en aguas ancestrales, tal vez de algún licor o de algún caldo salvavidas. Probablemente hay huellas de cenas en las que ni siquiera estuve porque el mantel existía antes de mi llegada a la vida.
Al principio trataba de disimularlas colocando los platos y los vasos estratégicamente pero el crochet genera unos montículos y las copas perdían el equilibrio. Así que ahora dejo los recuerdos a la vista.
Me gusta así.
La otra mañana estaba tendiendo el mantel cuando recibí un audio de I, un buen amigo. Bueno eran tres mensajes, al tercero le puso título: un poco de gossip.
Me contaba que R no dejaba de exhibirse en redes, alardear y dar por sentado que su visión de la vida es la que todos deberíamos tener si queremos que la existencia nos vaya bien. Bien como a ella, que cuelga fotos en los probadores de Dior.